Motines, encamisadas, cenáculos, cultura, bailes, disidencia, religiosidad, activismo social, abordajes y pensamientos corsarios desde la otra orilla del Guadalquivir, un islote de rebeldía y libertad.

martes, 29 de octubre de 2013

RAMIRO LEDESMA ¡PRESENTE!


Tal día como hoy, hace 77 años, el odio de la cruenta Guerra Civil acabó con la vida de Ramiro Ledesma Ramos, una de las mentes más brillantes del siglo XX en España. Ramiro había nacido en 1905 en el pueblo de Alfaraz de Sayago, en la provincia de Zamora. Cursó las carreras de Filosofía y Letras y Ciencias Físicas y Matemáticas, licenciándose en las dos carreras por la Universidad de Madrid. 

Desde muy joven colaboró con La Revista de Occidente de José Ortega y Gasset -del que era un aventajado discípulo, y el que al enterarse de su muerte exclamó: no han matado a un hombre, han matado a un entendimiento- y con La Gaceta Literaria, dirigida por Ernesto Giménez Caballero. 

El 14 de marzo de 1931 comienza su actividad política, creando la publicación La Conquista del Estado. Después del apoyó del grupo de Onésimo Redondo funda las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalistas (JONS), siendo el fundador de esta ideología (la nacional-sindicalista). En febrero de 1934 las JONS se unen a Falange Española, de José Antonio Primo de Rivera, pero Ramiro y otros militantes abandonan el partido en enero del 35 debido al alejamiento de las posturas revolucionarias de este, intentando reorganizar las JONS. Funda entonces el semanario Patria Libre. Su última publicación fue Nuestra Revolución, cuyo primer y único número salió pocos días antes del estallido de la Guerra Civil.

Es detenido por las milicias republicanas y enviado a la Cárcel de las Ventas. Allí pasa sus últimos meses, hasta que el 29 de octubre al intentárselo llevar en una saca para ser fusilado, arrebató el fusil a un miliciano exclamando: ¡a mí me matáis donde yo quiera, no donde vosotros queráis!. Rápidamente otro miliciano lo mató y fue enviado junto al resto de fusilados a Aravaca.

Ramiro Ledesma Ramos, ejemplo revolucionario. ¡Presente!