"Nos ha tocado a las generaciones actuales, a los jóvenes de hoy, abrir los ojos a la vida en la siguiente situación: un mundo viejo, un orden social quebrándose, deshaciéndose, una Patria grande y poderosa antes, en ruina; y el sistema capitalista agonizante.
El capitalismo era desde el principio el gran enemigo del obrero, al que reclutaba en las filas anónimas de la fábrica, y era también enemigo del pequeño capital, porque absorbían y aniquilaban las fuentes de producción, sustituyendo al hombre, al industrial pequeño, por unas cuantas hojas de papel, sin nervio ni corazón. El capitalismo convertía a los hombres, a los trabajadores, en proletarios, es decir, en individuos que, apartados de los medios productivos, esperaban al cabo de unos días un salario por la prestación de un trabajo abrumador.
El capital devoraba al obrero, a la industria; devoraba cuanto caía bajo su alcance. Por devorar todo ha empezado a devorarse a sí mismo. Y el hambre aumenta en las clases proletarias, y los obreros parados se multiplican considerablemente, sin hallar el menor resquicio acogedor en el sistema que agoniza."
"Miradlos, ahí los tenéis, son infamia y podredumbre:
El chulito pistolero, la niña comunista estudiante en apariencia, el poeta revolucionario amigo del cabaret y fabricante de poesías chabacanas; los mediocres literatos rojos y los comerciantes de manifiestos subversivos; los líderes socialistas, burgueses llenos de millones mal ganados, que se atreven a hablar de los “pobrecitos proletarios”.
No hay más: ahí los tenéis a todos; ellos forman el frente rojo.
¿Los obreros? Los obreros son sangre y suelo de España, son energía y vida de España, son parte de los nuestros."
José Antonio Primo de Rivera