Toda vida auténticamente militante necesita forzosamente
estar preparando para las grandes cosas, pero teniendo primero una fidelidad a
las pequeñas.
- Esperar para beber en la mesa cuando otro haya comenzado
su vaso.
- Después de una comida, ayudar a recoger y ordenar la
cocina.
- Pasar la tarde leyendo en lugar de ver televisión.
- Donar sangre, o algo de tu tiempo a los demás.
- Telefonear o escribir a las personas de las que hace
tiempo no recibes noticias.
- Levantarse más temprano.
- Si se deben hacer varias cosas, comenzar por las que nos
gustan menos.
- Hacer los trayectos pequeños a pies, en lugar de tomar el autobús o el coche.
- Subir por las escaleras en lugar de tomar el ascensor.
- Reconciliar a dos personas después de una disputa.
- Ofrendar con flores u oratoria estatuas y mausoleos.
- Tomarse un tiempo para retirar el polvo sobre un mueble
olvidado.
- Devolver lo que se nos prestó en mejor estado que antes.
- Tomarte la molestia de retirar un papel tirado al suelo.
- Visitar a nuestros enfermos y ancianos.
- Dar valor a las cualidades de alguien que acabe de ser
criticado.
- Escribir a alguien de la familia que esté solo.
- Ser agradecido y respetuoso con las personas encargadas
del mantenimiento de un lugar público.
- Complacer a las personas que nos quieren.
- Dar paso a otro en una fila.
- Lanzar un canto en el momento de una actividad agotadora.
- Lograr hacer sonreír a alguien que este fatigado.
- Procurar dar de beber al peregrino que encuentres en el
camino.
- Ofrecerse como voluntario cuando nadie de un paso
adelante.
- Ofrecer tu tiempo cuando alguien esté en apuros.
- Evitar poner una luz en una habitación vacía.
- Intervenir para proteger a alguien más débil.